Spiruline
Una completa formulación especialmente balanceada para reponer nutrientes involucrados en el desempeño y normal función del sistema circulatorio y cardiovascular.
La formulación de Spiruline® Protección Corazón se encuentra especialmente diseñada para prevenir la aparición de trastornos cardiovasculares. El contenido de antioxidantes con acción específica, permite proteger el endotelio (revestimiento de las arterias) de los fenómenos de oxidación y promueve la circulación de la sangre, incluso en pacientes con hipertensión.
Entre los principales componentes antioxidantes contenidos en este producto se encuentran:
El agregado de Ginkgo Biloba a este producto cumple la función de mejorar la circulación sanguínea, ya que tiene la capacidad de aumentar la flexibilidad de los glóbulos rojos y blancos, reduciendo su viscosidad y al mismo tiempo controlando la agregación plaquetaria excesiva.
Paralelamente, ciertos componentes activos como la Vitamina E y otros antioxidantes específicos, actúan directamente sobre las lipoproteínas de baja densidad (LDL o “colesterol malo”) las cuales han sufrido daños o modificaciones, facilitando su eliminación del cuerpo natural y acelerada, evitando que se depositen en las arterias y capilares, con la generación de obstrucciones.
Impedir este proceso resulta de vital importancia, ya que las obstrucciones desencadenan:
En la mayoría de los casos las obstrucciones desencadenan trombosis, infartos, embolias y daños en los tejidos cardíacos por falta de oxígeno.
El aporte de ciertos minerales como el Magnesio y Potasio, a la composición de Spiruline® Protección Corazón, sumado a los contenidos en las microalgas Spirulina, tiene como función facilitar la transformación de los alimentos ingeridos en energía, mejorando la transmisión de los impulsos eléctricos a través de nervios y músculos (contracción neuromuscular). Este mejoramiento generalizado actividad eléctrica (incluida la del corazón) resulta eficaz para la prevención ataques cardíacos, arritmias o irregularidades en el ritmo cardíaco y la hipertensión arterial.
Gran cantidad de estudios han establecido una estrecha relación entre la concentración de Coenzima Q10 (CoQ10) en la dieta y el cuerpo, y las personas que presentan insuficiencia cardiaca congestiva. Se ha determinado que cuanto peores son los síntomas, más bajos son los niveles de CoQ10, y que a los pacientes a los que se les suplementa CoQ10, mejoran en un 91% de los casos.
Esto se debe a que la CoQ10 logra que el corazón bombee más sangre por latido, disminuyendo el ritmo cardíaco, el tamaño del músculo se reduce, se eliminan los dolores del pecho y las fatigas. Paralelamente, por su poderoso efecto antioxidante reduce los riesgos provocados por elevados niveles de colesterol LDL (lipoproteínas de baja densidad – “colesterol malo”), causa de la ateroesclerosis, preservando las lipoproteínas de la oxidación.
La base de este nutracéutico son las microalgas Spirulina, las cuales constituyen un medio excepcional que aportan todos los aminoácidos esenciales y no esenciales, vitaminas del grupo B (B1, B2, B3, B6 y B12), así como también vitaminas C y E, y especialmente Betacaroteno (con dosajes que son de 30 a 50 veces mayores a la zanahoria). También aportan un conjunto de minerales altamente relevante (Calcio, Magnesio, Fósforo, Azufre, Boro, Hierro, Zinc, Cromo, Cobre, Selenio, Germanio y Vanadio, entre otros).
La acción de la Spirulina se encamina a regular y estabilizar los mecanismos involucrados en el mantenimiento de los equilibrios orgánicos, condición necesaria para que la acción de los componentes del nutracéutico opere con eficacia. En sentido paralelo, el Betacaroteno, como también sus minerales Selenio, Vanadio y Germanio son potentes antioxidantes, como así también las vitaminas C y E que dichas algas contienen, potenciando la acción de los demás componentes.
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en Occidente. Esta situación negativa se ve agravada por la concurrencia simultánea de muchos factores de riesgo que se manifiestan como patrimonio de las formas de vida actuales, tales como: la obesidad o exceso de peso, el sedentarismo, la mala alimentación, el elevado colesterol sérico, el tabaco, el estrés, la carencia o defecto de sustancias inhibidoras de la oxidación de las grasas, etc. que suelen computarse como las causas probables de las cardiopatías. Obviamente, la combinación simultánea de dos o más factores de riesgo aumenta exponencialmente la probabilidad de accidentes cardiovasculares.
Estos factores demandan una prevención activa, porque la persistencia de aquellos, tan comunes en las formas de vida de las sociedades occidentales, desencadenan episodios nefastos. Naturalmente, la prevención debe fundamentarse sobre cambios efectivos en la conducta social del individuo, corrigiendo los hábitos alimentarios basados en alimentos excesivamente grasos; el control de la relación entre las lipoproteínas LDL y HDL; la tasa de colesterol total; el abandono del hábito de fumar; la adopción de un programa progresivo de ejercitaciones físicas; el control del estrés, etc. deberán favorecer la salud arterial y reducir consecuentemente la frecuencia de manifestaciones patológicas cardíacas.
Los mecanismos de aparición de las enfermedades cardiovasculares –infarto al miocardio, angina de pecho, los dolores pectorales u otras afecciones de los vasos coronarios- siempre están basados en inflamaciones arteriales. Al contraerse la musculatura de las paredes vasculares, se van formando sedimentos arterioescleróticos que provocan la coagulación de la sangre, desembocando en el taponamiento de los vasos por los trombos.
La estrategia preventiva que se debería adoptar, independientemente de una modificación profunda de la higiene social del individuo, es favorecer la distensión de las paredes arteriales, reducir la inflamación de los vasos, impedir la peroxidación lipídica de las grasas ingeridas que forman las placas arteriales por acción de antioxidantes específicos, fortalecer la musculatura para que la función rítmica del corazón, de la cual depende todo el sistema de nutrición celular, se realice adecuadamente.
ACCIÓN DE LOS COMPONENTES DEL PRODUCTO
Este nutracéutico propone una combinación de sustancias que obran sinérgicamente entre sí potenciando su efecto protectivo.
La Vitamina C colabora en el combate de los trastornos cardiovasculares. Al proteger el endotelio (revestimiento de las arterias) de los fenómenos de oxidación, promueve la circulación de la sangre, incluso en pacientes con hipertensión. En un artículo publicado en la revista médica Circulation, de Noviembre de 1997, se demostró que la Vitamina C reducía el número de radicales superóxido en las arterias, reduciendo consecuentemente las moléculas de colesterol oxidadas. Su benéfica influencia, derivada de la neutralización de los radicales superóxido flotantes, ejerce un efectivo control sobre el mecanismo de peroxidación lipídica que conduce inevitablemente a la arterioesclerosis.
El mecanismo de oxidación ocurre principalmente en las mitocondrias celulares, encargadas de la producción de energía. Si bien estos componentes celulares poseen un elaborado mecanismo de protección contra la oxidación, lo ideal es evitar que sean atacados por los radicales libres. En esta protección interviene la Vitamina C, la cual, mientras se encuentra en suspensión en el líquido celular, neutraliza los radicales libres antes que estos alcancen las membranas de las mitocondrias. Esta acción disminuye el gasto energético que demanda a los orgánulos celulares en producir antioxidantes para combatir la oxidación, dejando una mayor cantidad a disposición de la célula. Según un trabajo publicado en Molecular Cell Biology, setiembre 1997, se determina que siempre que las mitocondrias mantengan un nivel elevado de energía, podrán combatir con éxito la oxidación. Así pues, la Vitamina C juega un rol vital en el proceso de conservación de la energía.
Se conoce desde hace mucho tiempo la potente acción antioxidante de la Vitamina E. También son conocidas sus propiedades de regenerar tanto a la Vitamina C como al betacaroteno, prolongando efectivamente su acción antioxidativa específica y preservándolas de la oxidación. En realidad, la Vitamina E no se trata de un compuesto químico único, sino que son activos alrededor de ocho compuestos similares. Se suelen diferenciar en dos grandes grupos: los tocoferoles y los tocotrienoles, teniendo actividad todos ellos, aunque el más importante es el d-a-tocoferol.
Independiente de su efecto antioxidante, la Vitamina E es sumamente importante para reparar y curar tejidos dañados y reducir el tamaño de la cicatrices. La Vitamina E actúa sobre las lipoproteínas de baja densidad (LDL) dañadas o modificadas, que suelen activar ciertos receptores desintegrantes en la superficie de los macrófagos (anticuerpos) de los vasos sanguíneos que las recogen. Esto da lugar a macrófagos hinchados que se conocen como células espuma, los cuales se depositan en las paredes de los vasos sanguíneos y se acumulan formando placas, las que propician la aparición de tres factores de riesgo: 1) estrechan del diámetro del vaso, disminuyendo el flujo circulante y formando obstrucciones; 2) endurecen la pared vascular, con la consecuente dificultad de contraerse y dilatarse para favorecer la circulación de la sangre; 3) fragmentos de placa pueden desprenderse de la pared vascular y flotar en la corriente sanguínea, pudiendo llegar a detenerse y taponar los vasos capilares en el corazón, pulmones, cerebro u otros órganos. Puesto que el fenómeno de aterosclerosis es más frecuente sobre las arterias coronarias y carótida, que suministran sangre al músculo cardíaco y al cerebro, el peligro de taponamiento es particularmente grave.
La Vitamina E es un factor antioxidante crucial para controlar la sobrecarga oxidativa, en especial la peroxidación lipídica de las membranas celulares y del endotelio. Los estudios realizados sobre esta vitamina brindan la evidencia que ella fomenta la reparación endotelial y llega incluso a suprimir totalmente la acción de los oxidantes perjudiciales dentro del propio endotelio, hecho que podría conducir a la oxidación de las lipoproteínas. Asimismo, esta vitamina disminuye la viscosidad de las plaquetas, lo cual reduce la coagulación excesiva de la sangre y protege contra las trombosis.
Las funciones que cumple el Zinc en el organismo son múltiples y casi imposible de enumerar. Es la base de más de 200 enzimas, entre ellas la superóxido dismutasa y otras responsables de la producción de ADN y ARN. Es un metal esencial que se encuentra en la mayoría de los tejidos corporales, actuando sobre el sistema endocrino. Colabora optimizando el sistema inmunitario, habiéndose demostrado que estimula la producción de las células T citotóxicas, las células coadyuvantes y las células T-supresoras, de forma que ayuda al organismo en la función de eliminar los radicales libres
En el organismo el Magnesio cumple varias funciones importantísimas, como contribuir a la transformación de los alimentos ingeridos en energía y a la transmisión de los impulsos eléctricos a través de nervios y músculos. Dichos impulsos generan la denominada contracción neuromuscular, que permite flexionar los músculos, inclusive el músculo liso presente en los vasos sanguíneos. Los medicamentos tradicionales para los trastornos cardiovasculares reducen de manera significativa la disponibilidad de Magnesio. Igual efecto lo producen el alcohol y la cafeína. Según estudios realizados sobre la población estadounidense, se concluye que ésta ingiere menos del 75 % de la cantidad de Magnesio recomendada a través de la dieta, por lo que es conducente la adopción de suplementos dietarios que corrijan ese déficit. Las carencias de este elemento se manifiestan por: debilidad muscular, náuseas y alteraciones eléctricas en el músculo cardíaco. Su acción contribuye a prevenir ataques cardíacos, la arritmia y la hipertensión arterial.
El Potasio es un mineral esencial que en nuestro organismo mantiene una presión arterial adecuada y buena salud cardiovascular. En su efecto sobre la presión arterial, el Potasio tiende a expulsar el Sodio de las células y reducir los líquidos corporales. Resulta también necesario para lograr una buena contracción muscular, una actividad eléctrica saludable en el corazón y una rápida transmisión de los impulsos nerviosos. En consecuencia, las irregularidades en el ritmo cardíaco son atribuidas a un déficit de Potasio. Otros síntomas son: debilidad muscular, entumecimiento y hormigueo en las extremidades inferiores, náuseas, vómitos, confusión e irritabilidad. También se asocia su carencia a la acumulación de agua, siendo habitual el edema de las pantorrillas (hinchazón por exceso de agua), una indicación evidente de hipopotasemia.
En función del rol fundamental que cumple la Coenzima Q10 en la producción de energía a nivel celular, cualquier deficiencia afectará la capacidad del organismo para funcionar normalmente, alterando todos los procesos vitales dependientes de la energía, especialmente los tejidos y órganos vinculados a la actividad motriz, los intercambios eléctricos y las reacciones de biosíntesis. Estas alteraciones en la concentración de CoQ10 se traducen en muchas patologías, dependiendo de la ubicación y el grado de deficiencia. En numerosos estudios, se ha encontrado una marcada correlación entre dicho déficit con enfermedades tan diversas como: el infarto al miocardio, la angina de pecho, la hipertensión arterial, la distrofia muscular, el cáncer, la obesidad, ciertas patologías bucales, la caída del sistema inmunológico, la defección de las barreras antioxidantes, la malfunción cerebral y la declinación del rendimiento deportivo.
La CoQ10 es una de las sustancias orgánicas con mayores propiedades antioxidantes conocidas.
Muchos estudios han establecido una correlación negativa entre la concentración de CoQ10 y las personas que presentan insuficiencia cardiaca congestiva. Se ha determinado que cuanto peores son los síntomas, más bajos son los niveles de CoQ10. Al recibir suplementos de esta enzima, los pacientes mejoran en un 91 % de los casos.
Desde un punto de vista exclusivamente mecánico, los paros cardíacos se producen cuando el músculo responsable de introducir la sangre en la cavidad principal del mismo no realiza adecuadamente su función específica. Se trata de una acción que requiere mucha energía, mucho mayor que sacarla del corazón. Por consiguiente, será este músculo el que falle si las mitocondrias no pueden producir suficiente energía; simplemente se agota, pierde tono muscular, se relaja y eso hace que el corazón se agrande. Esto provoca que sea aún más difícil introducir sangre en él. Cuando el corazón no bombea suficiente sangre suceden dos cosas: aumenta la tensión sanguínea para compensar el bombeo insuficiente y el músculo cardíaco debe realizar un esfuerzo extra. El corazón comienza a latir progresivamente más deprisa y aumenta el ritmo de bombeo. Si aún así no entra sangre, el corazón sufre una especie de apagón eléctrico que llamamos ataque cardíaco y que puede producir un infarto al miocardio. La CoQ10 logra que el corazón bombee más sangre por latido, disminuyendo el ritmo cardíaco, el tamaño del músculo se reduce, se eliminan los dolores del pecho y las fatigas. Más de 20 estudios diferentes realizados por las más prestigiosas instituciones de Alemania, Francia y EE.UU. y más de 300 artículos científicos coinciden en la eficacia y seguridad de la CoQ10. Como se ha dicho anteriormente, reduce los riesgos involucrados en los tenores elevados del colesterol LDL, causa de la ateroesclerosis, así como también preserva las lipoproteínas de la oxidación.
El contenido de flavonoide glicoside del Ginkgo Biloba (Ginkgo biloba L.) es también uno de los más eficaces y poderosos antioxidantes que se conocen, y es tal vez la clave de su capacidad en neutralizar una gran variedad de radicales libres, que lo constituyen, junto a la CoQ10, casi como un antioxidante universal, dado que actúa destruyendo aproximadamente de 10 a 12 sustancias sumamente reactivas, sobre un total de algo más de dos decenas de radicales libres que afectan al ser humano. Es especialmente activo ante radicales tan peligrosos como el hidroxil y el adriamicil, siendo una de las muy escasas sustancias con esa capacidad. Coincidentemente, investigaciones realizadas en Francia y Alemania reportan las notables propiedades del Ginkgo Biloba como antídoto de gran número de toxinas.
El contenido de otros compuestos orgánicos flavonoides del Ginkgo como: la quercetina, quemferol y rutina, contribuyen, además, a potenciar la acción antioxidante de la vitamina C.
Pero la función más importante del Ginkgo Biloba en este producto es su capacidad de aumentar la flexibilidad de los glóbulos rojos y blancos, reduciendo su viscosidad (acción reológica) estabilizando simultáneamente la viscosidad del plasma, el factor activador de trombocitos (FAT), la movilidad de los glóbulos y los valores fibrinógenos. Esta acción impide la aglutinación de los trombocitos y la formación de trombos. En consecuencia, el Ginkgo previene las trombosis, infartos, embolias y daños en los tejidos cardíacos por falta de oxígeno.
El Té Verde (Camellia sinensis L.), incorporado a este producto en forma de extracto y que, por consiguiente le permite ampliar la potencia de su acción protectora, posibilita ampliar el contenido de proantocianidinas, permitiendo introducir otros compuestos de naturaleza flavánica como: galato de (-)-epigalocatecol (EGCG, 5 a 12 %), galato de (-)-epicatecol (ECG, 1 a 5%), digalatos de los mismos, (-)-epicatecol (0,2-2%), (+)-catecol, (+)-galocatecol, etc. que concurren a ampliar la base terapéutica sobre las patologías cardíacas.
Algunos estudios franceses y alemanes han encontrado una fuerte correlación negativa entre el consumo de Té Verde y la frecuencia de cánceres de estómago y de esófago. Otros estudios permiten pensar que su consumo habitual en forma de extractos, disminuye significativamente los niveles sanguíneos de colesterol y triglicéridos y la relación LDL/HDL, produciéndose, por tanto, un descenso del riesgo de arterioesclerosis y la aparición de accidentes cardiovasculares. Reduce, por otra parte, la presión arterial y la probabilidad de formación de placas aórticas al inhibir eficazmente los fenómenos de peroxidación lipídica.
Por su composición y carencia de contraindicaciones e incompatibilidades, este producto es altamente aconsejable para la prevención de muchas de las patologías que se relacionan con la aparición de accidentes cardiovasculares.
El nutracéutico no presenta toxicidades a todo espectro de edad. Sus componentes naturales tienen una biodisponibilidad extremadamente alta, de modo que no produce acumulaciones ni efectos secundarios a las dosis recomendadas. Su limitación, como es obvio, está circunscripta a la intolerancia reconocida hacia alguno de sus componentes. El producto tiene un margen de consumo que abarca desde la pubertad hasta la ancianidad.
(Sujetas a las indicaciones de su médico habitual)
Ingesta de 4 a 6 cápsulas diarias distribuidas durante el día.
El producto, a las dosis sugeridas, no tiene toxicidades conocidas. Sus componentes de origen natural tienen una biodisponibilidad extremadamente alta, de modo que no produce acumulaciones peligrosas. Su limitación está solamente circunscripta a la intolerancia o alergia reconocida a alguno de sus componentes. Por su contenido de Ginkgo Biloba, pueden verificarse reacciones alérgicas por la presencia del ácido ginkgólico y la bilobina, que tienen estructura alergénica.
Apto para el consumo en jóvenes, adultos y ancianos.
Fenilcetonúricos: contiene Fenilalanina proveniente de la base nutriente Spirulina.
Celíacos: Producto orgánico libre de gluten. Sin T.A.C.C.